El Principito
Siempre he amado el desierto. Puede uno sentarse sobre un médano de arena. No se ve nada. No se oye nada. Y, sin embargo, algo resplandece en el silencio… Recuerdo lo maravilloso que era el aburrimiento en aquella casa de mi abuela en La Orotava, donde junto con mis hermanos descubrí algo que marcaría y …